sábado, noviembre 23, 2024

¿Acá no hay futuro?: La respuesta de los salesianos en la Patagonia

“Acá no hay futuro”. Si el P. Raúl de la comunidad salesiana de Victoríca, La Pampa, tuviera que elegir las frases que más escucha a diario, esa estaría en el podio. La expresión “la salida es Ezeiza”, hoy en boga, se reformula en la Patagonia con jóvenes que migran de sus lugares de origen a urbes como Bahía Blanca, Córdoba o Buenos Aires con la esperanza de estudiar y encontrar trabajo.
Las comunidades de salesianos de Don Bosco en provincias como La Pampa, Santa Cruz, Neuquén y Chubut no son ajenas a esta realidad y trabajan para cambiarla, a pesar de que la tasa de desocupación, que afecta tres veces más a quienes tienen entre 18 y 24 años, se hace más latente en las zonas rurales que acompañan.
Pensemos en un día de invierno en soledad, con un silencio que solo se rompe por el viento que golpea en las ventanas. A través de ellas vemos, o imaginamos en realidad, el camino cubierto de nieve. Las leñas crujientes – cuyo uso se estirará lo máximo posible – nos protegen del frío, mientras tortas fritas y mate cocido calientan la panza. Esto que parece una escapada soñada de fin de semana es con lo poco que viven muchos jóvenes y sus familias todos los días.
En la Patagonia argentina existen muchos parajes olvidados, “caídos del mapa”. Las familias viven aisladas, con la sola compañía de sus animales. La cena, si es que se puede, es muchas veces pan y té. Allí donde nada sobra, excepto el amor a la tierra y una resiliencia a prueba de todo, hay quienes están 24×7 para ayudar, acompañar y contribuir a hacer realidad la esperanza de un futuro mejor. Son los misioneros salesianos.


En este mes la Iglesia Católica celebra las Misiones, que en Argentina nos remonta hacia 1875, cuando los primeros salesianos liderados por el P. Juan Cagliero arribaron al país. Fue la primera expedición misionera enviada por Don Bosco, fundador de la Congregación Salesiana.
Primero alojados en la ciudad de Buenos Airs y San Nicolás de los Arroyos, donde atendían a los inmigrantes – especialmente a muchos de los 14 millones de italianos que arribaron al continente americano entre 1876 y 1914 -, los Salesianos llegaron luego a Carmen de Patagones y a Tierra del Fuego, esta última de la mano de monseñor Fagnano (el Lago Fagnano lleva ese nombre en honor a él).
La red misionera y escolar de la Congregación Salesiana comenzó a configurarse en la Patagonia antes de la presencia del Estado Nacional y de la organización eclesial. Esto incluyó la construcción de un sistema educativo compuesto de escuelas primarias y secundarias, escuelas de artes y oficios, escuelas agrarias e internados. Además, si uno visita la región austral de nuestro país, podrá conocer el aporte científico, cultural y literario de los misioneros salesianos.
Pero su impacto también se explica en presente, a través del acompañamiento pastoral, educativo y social de familias que viven en condiciones vulnerables. Se trata de “estar y compartir la vida”, como lo resumen P. David, español, y P. Antonio, italiano, dos salesianos llegados del Viejo Continente a la Patagonia, tal como lo hicieran los primeros misioneros en ese 1875.
Estas comunidades junto a religiosas misioneras Hijas de María Auxiliadora e Hijas del Divino Salvador visitan a las familias en parajes alejadas de los centros urbanos; ayudan a conseguir bienes básicos como alimentos, ropa y leña; trasladan a enfermos y a personas “atascadas” en el camino (algo común por la nieve); colaboran con la construcción de galpones para animales, huertas de cultivo y otras iniciativas que permitan a los locales llevar una vida más digna y cuidar la casa común: nuestro planeta.
A esto se suma el acompañamiento de propuestas educativas formales (escuelas, centros de formación laboral) e informales (apoyo escolar), espacios recreativos y pastorales para jóvenes, con el fin de que puedan decir: “¡Acá SÍ hay futuro!”.
Un componente distintivo de las misiones salesianas es la armonía entre las acciones pastorales y la promoción de la cosmovisión y costumbres locales, entendiendo que en la diversidad hay riqueza.
Se dice que “Dios atiende en la capital”, pero los Salesianos tienen las suelas gastadas de caminar el país completo, incluso llegando a aquellos parajes donde otras instituciones y organismos públicos no llegan.
Para hacerlo contamos con el apoyo solidario de muchas personas a través de Por los Jóvenes – Don Bosco, que con su colaboración mensual permiten sostener las acciones en la Patagonia (entre muchas otras). Se puede conocer más en www.porlosjovenes.org o escribiendo al WhatsApp: +54 9 11 2492-8963.

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