El 4 de junio de 1961 nacía el Movimiento Popular Neuquino en la casa de Don Amado Sapag en Zapala, dando cuenta de un esfuerzo colectivo de hombres y mujeres comprometidos con superar las profundas heridas que los graves acontecimientos de entonces, con la proscripción del peronismo, habían producido en el pueblo argentino. Por ello, con el objetivo de brindar a los neuquinos un espacio de reflexión y discusión política con prevalencia de unidad, justicia social y humanismo cristiano, como los principios convocantes, nace el MPN y la doctrina que sustenta su accionar.
Esa doctrina proporcionó una base teórica y filosófica para las políticas y propuestas que sostuvieron al partido, así como su forma de organización interna plasmándose en la carta orgánica. Sin embargo, es importante destacar que las herramientas de aplicación de la doctrina variaron a lo largo del tiempo entre los miembros del partido, ya que los movimientos políticos pueden adaptarse y evolucionar en respuesta a los cambios sociales, políticos y económicos que acontecen. Aún en esas condiciones, en nuestro movimiento nunca se perdieron sus principios rectores.
En nuestros días asistimos a un escenario político de otra naturaleza donde los partidos se han convertido en meros sellos o instrumentos electorales desprovistos de discusiones internas y doctrina que los guíe y donde la lealtad política ha perdido su vigencia como respaldo de compromiso y fidelidad hacia una causa. No obstante, cualquier intento de unidad nacional y provincial requerirá previamente de un análisis profundo de los principios ideológicos y las creencias fundamentales que permitan sustentar, acuerdos, alianzas, frentes electorales entre los partidos que pretendan que dicho fin se plasme en políticas públicas y gobernabilidad.
En la actualidad, a 62 años de la fundación del Movimiento Popular Neuquino y con el sabor agridulce de haber sufrido una derrota electoral a nivel provincial y numerosos triunfos a nivel municipal y en la representación legislativa, me siento orgullosa de pertenecer a un movimiento político que ha sentado las bases de Neuquén, transformándola en una provincia pujante, con altos índices de desarrollo humano y económico sin abandonar nunca sus principios fundacionales y la defensa de los intereses del pueblo neuquino.
La defensa del federalismo fue una de las banderas fundacionales que nos permitió crecer con autonomía en las decisiones; defender los recursos y las riquezas de la provincia para ayudar y brindar contención a todas las familias que habitan este suelo. En ese sentido hoy más que nunca debemos estar alertas y defender nuestros recursos naturales ante los persistentes avances del centralismo porteño sobre los mismos.
En este nuevo aniversario no puedo soslayar ni abstraerme de plantear la necesidad y conveniencia de debatir, con compañeras y compañeros y en el momento oportuno, los motivos que expliquen la derrota electoral provincial. En ese sentido imagino un debate político abierto, sincero, despersonalizado y con el interés de hacer una síntesis que nos permita trabajar hacia el futuro para lograr fortalecer el vínculo que siempre tuvimos con la sociedad neuquina.
Seguramente tendremos que revisar la campaña realizada, gestiones de gobierno, el programa propuesto a la ciudadanía; fortalecer la democracia interna y la participación de los afiliados y simpatizantes en las decisiones del partido para generar mayor confianza y compromiso y evaluar las alianzas o coaliciones con otros partidos políticos que compartan objetivos comunes, para aumentar las posibilidades electorales y la representación parlamentaria.
Si llegamos hasta acá es porque tenemos historia de luchas y reivindicaciones en las que nos sostenemos. Honremos entonces la memoria de aquel medio centenar de vecinos que junto a Don Felipe, Elías y Amado Sapag, iniciaron hace 62 años un proyecto político que hoy mantiene plena vigencia y seamos protagonistas activos de su futuro.
¡Feliz cumpleaños compañeras y compañeros!