sábado, noviembre 23, 2024

Antártida: tan blanca como indómita, por Nicolás Gildengers

*Fuente de Información: En Estos Días. Crédito de fotos: Nudo Produce

El Antartic había zarpado el 16 de octubre de 1901 del puerto de Gotemburgo. Fue autorizado a atracar en el puerto de Buenos Aires para cargar provisiones y carbón con una condición: alguien de la confianza del General Roca -en ese momento presidente de Argentina- debía unirse a la tripulación. La Expedición Antártica Sueca, a cargo del geólogo Otto Nordenskjöld, tenía la idea de navegar el Mar de Weddell y explorar un lugar casi desconocido y muy hostil en el Polo Sur.
Nordenskjöld aceptó. El militar y geólogo José María Sobral se integró al grupo de suecos y noruegos en la aventura de recorrer los mares helados del fin del mundo, para convertirse en el primer argentino que, de manera oficial, llegó a la Antártida.
En el 2018, en las oficinas de la productora Nudo, los realizadores audiovisuales Cristian Delicia y Javier Leoni buscaban un proyecto que tuviera impacto social y que, al mismo tiempo, llamara la atención de los organismos cinematográficos para que apoyaran económicamente el desarrollo fílmico. Contar la historia del continente blanco caló hondo en sus pensamientos, y las experiencias de Sobral llamaron su atención. La mayoría de los tripulantes que se habían embarcado en la aventura de domar los mares helados estaba compuesta por científicos de renombre e integrantes de la alta sociedad sueca y noruega. El financiamiento había sido del gobierno de esos países y de importantes empresas nórdicas.
A medida que la productora avanzaba en su investigación, el interés por narrar ese universo crecía.
El Antartic llegó a las Islas Malvinas en enero de 1901, y en febrero de 1902 el grupo desembarcó en la isla Paulet, en donde hicieron noche. Al amanecer el mar se había congelado y el hielo estaba destruyendo la embarcación. No sólo no podrían volver a navegar, sino que también iban a perder todas las provisiones.


Primero bajaron todo lo que trasladaban y después desarmaron el barco por completo para hacer las casas que serían el refugio. La tripulación se separó para hacer el reconocimiento del lugar y el primer grupo que salió no volvió.
-Ese mar que se había congelado se fracturó, se desprendió. El grupo que no regresó había quedado a la deriva, como doce kilómetros más lejos de donde estaba. Totalmente perdido -dice ahora el director del documental, Cristian Delicia.
No había dudas, allí había una historia. Esta hazaña es la que cuenta el primero de los nueve capítulos de ANTÁRTIDA TIERRA DE PIONEROS.
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El trabajo de preproducción se inició en 2018. Empezaron a tramitar los permisos en el Ministerio de Defensa para poder viajar a la Antártida. Con el cambio de gobierno en 2019 lo que se había gestionado pasó a foja cero, y unos meses después la pandemia hizo que todo quedara en suspenso. Eso permitió al equipo hacer correcciones y reescrituras del guión y de las historias que quería contar.
Durante el periodo de aislamiento la interacción con los habitantes de las bases antárticas se vio reducida y los protocolos fueron contundentes: llegaba el avión, el barco o el helicóptero, se bajaban las provisiones y no había contacto.


Desde el equipo de realización aprovecharon el tiempo para ir a un lugar de entrenamiento que tiene el Ministerio de Defensa para el personal científico y militar, en la localidad de Caviahue, en el noroeste de la provincia de Neuquén: el Centro de Adiestramiento Antártico Conjunto.
-Es una escuela que funda en 1951 Hernán Pujato, que es el San Martín antártico -dice Delicia y explica que las condiciones climáticas, la geografía y las temperaturas extremas de la zona son ideales para poder entrenar a las personas que luego van a estar en la Antártida-. Así que en 2021 y en 2022 nosotros nos fuimos a grabar ahí.
Pujato también se lleva un capítulo de la serie por ser el militar argentino que ideó las políticas antárticas del país. Cuando era agregado militar en Bolivia, durante un viaje del presidente Perón, tuvo la oportunidad de hablar con Evita y contarle su visión sobre aquel lugar lejano. Ella fue quien los puso en contacto para llevar adelante el proyecto de expansión.
El plan de Pujato sobre el desarrollo de la Antártida era ambicioso. Con la premisa de que Argentina tenía que expandirse hacia el continente blanco porque tenía una importancia geopolítica hacia el futuro, pensaba poblar toda esa parte del país. Para eso, el estado tenía que comprar un rompehielos y así desarrollar instituciones en el continente blanco.
-Sostenía que Argentina debía mirar hacia el sur, que nuestro norte tenía que ser el sur -dice Delicia.
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Lo que sabemos de esa parte del mundo en la que el hielo, la nieve y las temperaturas pueden llegar a -60° centígrados, es poco. Nos podemos imaginar el horizonte blanco, el frío. Pero no dimensionamos el tamaño, las distancias que hay entre las bases, o entre los dos continentes.


-Muchas cosas me llamaron la atención. Yo estaba acostumbrado a ver esa porción de pizza que nos ponen abajo del mapa, totalmente desproporcionada. El primer dato curioso con el que me encontré es que su extensión es igual o incluso mayor que la parte que ocupa Argentina en el continente americano -dice Delicia.
El capítulo Antártida Revelada trabaja sobre el imaginario popular que tenemos de ese territorio. Cristian Delicia mira para arriba, como buscando palabras para describir lo que vio.
-Creo que la gran mayoría piensa en un manto blanco y no mucho más. Pero hay montañas altísimas de más de dos mil o tres mil metros. Eso rompe con esta idea de desierto llano y glaciar liso. Nosotros tuvimos la posibilidad de navegar desde el lado del Pacífico y desde el lado del Atlántico, y las cadenas montañosas que he visto son alucinantes.
Los cielos que describe son enormes, llenos de estrellas, pero también de satélites, como si hubiera una gran avenida con tránsito en el cosmos. Las estrellas fugaces también son frecuentes. Explica que es muy difícil transmitir los paisajes que vio con palabras, e incluso cree que las fotografías y filmaciones no le hacen honor a la realidad.
Se recuerda en el rompehielos, cruzando el mar, con el viento en la cara. Mira el horizonte y se encuentra con una montaña enorme, la piensa como una continuación de la Cordillera de los Andes.
Cuando pudieron desembarcar en la Base Carlini, que está a cargo de científicos, se encontraron con que el clima en la Antártida está cambiando, el calentamiento global ya llegó y algo que hasta hace cinco años no pasaba hoy sí: llovió durante diez días. Uno de los científicos les dijo que esa situación era preocupante. Esa charla fue constante en las sobremesas.

El recorrido que hicieron por diez de las trece bases que tiene Argentina en la Antártida les permitió conocer distintos paisajes y les dio la experiencia de cruzarse con una cantidad de animales que pocos tienen la suerte de ver. Cuando estaban embarcados en el rompehielos un grupo de doce ballenas nadó alrededor de ellos. Se cruzaron con focas leopardo, con la advertencia que ya les habían dado: son animales grandes, juguetones y carnívoros. Los buzos y buzas tienen como regla salir del agua en cuanto se cruzan con ellas, y hubo casos de personas muertas a partir de sus encuentros. Los pingüinos caminan entre la gente en Base Esperanza y las variedades de aves desconocidas son muchas.
El trabajo en el campo no fue sencillo. Salir al aire libre en ese clima supone que antes hay que ponerse una armadura contra el frío: primera piel, capa de plumas, impermeable y sumarle un traje. Todo eso hacía que el trabajo con equipos sensibles se dificultara.
El traslado tampoco es sencillo y cualquier evento climático puede terminar con el trabajo del día.
-De pronto empieza a nevar y a la hora hay sesenta centímetros de nieve, lo que a la tarde habías hecho en cinco minutos caminando por la piedra, a la tardecita noche, demorabas veinte minutos.
Los equipos no se pueden dejar porque las inclemencias del clima los podrían destruir, pero también hay que tener cuidado a la hora de guardarlos, porque las diferencias térmicas pueden generar condensación dentro de las cámaras.


A pesar de los cuidados que tuvieron, perdieron una parte de los equipos en el mar picado:
-Estuvimos cincuenta minutos navegando en un gomón Zodiac hasta llegar el rompehielos, mientras llovía y el oleaje pegaba en la proa del bote, salpicaba todo y entraba. Nosotros achicando con un balde, achicando a más no dar y cuando llegamos al rompehielo estábamos totalmente empapados. Nosotros y los equipos -dice Cristian Delicia, el director.
Cuando llegaron al barco, con temperaturas bajo cero y completamente empapados, los recibió una médica que les dio las indicaciones para bañarse: no podían usar agua caliente. Tenían que usar agua fría e ir mezclando hasta entibiar, porque la piel estaba muy sensible y se podían quemar el cuerpo por no sentir la temperatura de la ducha.
-La situación del peligro está latente todo el tiempo -dice.


En una escena bajaron a grabar en una grieta en el Glaciar Buenos Aires, que queda al lado de Base Esperanza, a más de diez metros de profundidad. Seguían el chorrillo, que es el hilo de agua que socava el hielo y forma el camino debajo del glaciar, un puente de hielo y estalactitas de más de un metro:
-Era un escenario de otro mundo. Estábamos caminando por arriba de piedras que quizás hace millones de años no ven la luz, o que nunca tuvieron contacto con un ser humano.
El 26 de agosto se harán las primeras proyecciones de la serie Antártida Tierra de Pioneros en Tecnópolis, en Villa Martelli, en el conurbano bonaerense, y entre septiembre y octubre se presentará en el Centro Cultural de las Ciencias, recientemente inaugurado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación. También esperan poder publicarlo en la plataforma cine.ar para que llegue de manera gratuita a quien quiera acceder a la serie que muestra un territorio que, en palabras del director:
-Es un hackeo a la mente.

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