Sobre el tema, Silvia Zárate expresó; “el siguiente escrito es un valioso aporte del compañero Néstor Laurín, de Zapala, para su lectura y reflexión sobre lo que es un militante y el trabajo en territorio, concepto tan desvirtuado en la actualidad por el clientelismo político”.
EL TRABAJO TERRITORIAL
Últimamente se viene escuchando con insistencia desde el activismo del PJ la necesidad de desarrollar el “trabajo territorial”. Éste sería un remedio tanto para evitar nuevas derrotas electorales como para fortalecer el aparato partidario. El “trabajo territorial” así entendido obraría como panacea sobre los males del partido. Ahora bien: ¿que se quiere decir cuando se habla de “trabajo territorial”? Depende de los casos. En el caso de los funcionarios, sobre todo los de mayor rango, se imaginan una red de “punteros” esparcidos por todo el espacio político que ellos abarcan, con un manojo de fichas de afiliación y de recursos varios (puestos, alimentos o prebendas) que aseguran la fidelidad del afiliado, convertido en CLIENTE. El “puntero” o activista ve al territorio como un espacio a apropiarse, al cual hay que visitar “casa por casa”, sobre todo en época electoral. Su fidelidad al funcionario es relativa, nunca total, aunque dure mucho tiempo, sujeta siempre a la negociación y al canje de favores. Y en el caso del pueblo, soporta a estos dos anteriores con las armas que tiene, siempre en inferioridad de condiciones. Sigue la táctica del agua, nunca enfrenta sino que rodea, siguiendo la línea del menor esfuerzo, esperando el interlocutor con el cual dialogar.
Esta situación de verdadero “CAMPO DE CONCENTRACIÓN”, con sus capos provenientes del mismo pueblo pero corrompidos por décadas de práctica viciada, es la que encuentra el militante en cualquier lugar del país en el que se proponga poner su esfuerzo. Corresponde entonces formularse algunas preguntas, de cuya correcta respuesta depende el éxito de la militancia. ¿Qué significa militar? ¿Cuáles son las obligaciones y derechos de los militantes? ¿A qué se va al barrio, al territorio? ¿Y cuál es la función del militante en el seno del pueblo?
El punto de partida para la respuesta a estos interrogantes está, por supuesto, en la doctrina, en el pensamiento y en la acción del General Perón. La Verdad Nº 19 enuncia: “Constituimos un gobierno centralizado, un estado organizado y un pueblo libre”. Todos los habitantes no pueden ser libres: esa es una falacia del liberalismo. Ni todo un pueblo debe ser esclavo: esa es una falacia del marxismo. Para que alguien sea libre debe haber otro que sacrifique su propia libertad para asegurar la del primero, sacrificio que se hace voluntariamente. Quién debe ser esclavo lo decidió el peronismo desde su inicio, y ese ESCLAVO DEL PUEBLO debe ser el militante, por su libre voluntad. Y este es el único acto de libertad del militante, a partir de allí su función es el SERVICIO. Esclavitud que asume voluntariamente y que constituye su timbre de honor. No hay para él más que la satisfacción del deber cumplido. Esa es su paga. Y cuando empieza a reclamar honores por su militancia comienza a sentirse más de lo que es, es decir comienza a convertirse en oligarca. ¿En qué consiste, entonces, la esclavitud? De nuevo la respuesta la dan las 20 Verdades: en “hacer lo que el pueblo quiere y defender un solo interés: el del pueblo.”
El proceso de transformación del militante en SERVIDOR (no en sirviente, que es otra cosa) no es sencillo ni fácil. Requiere un esfuerzo por conocerse a sí mismo y por conocer al otro, es decir un proceso de aprendizaje. EL MILITANTE VA AL TERRITORIO A APRENDER. Quien crea que va a dirigir pronto se dará cuenta de su error pues irá de derrota en derrota.
La aprehensión del ser colectivo es un proceso lento, que exige una total prescindencia del interés individual, y que es el mismo proceso que hizo el General Perón antes del 17 de Octubre (y después también, por supuesto) para leer la doctrina en el alma del pueblo. Y es además un proceso duro, violento, pero violento no sobre los demás (que es la fácil) sino sobre UNO mismo. ¿Pero es que hay, acaso, un camino fácil? El camino fácil, el camino de los atajos, solo conduce de una negación tras otra, a la despersonalización y la transformación de lo contrario de lo buscado. El camino duro, en cambio, va a mostrarle en su final la alegría del descubrimiento del ser colectivo en cada uno de los que caminen junto a él.
El militante, el CUADRO POLÍTICO más precisamente, es un agente movilizador, proveedor de algunos elementos técnicos y organizativos que el territorio no provee por sí mismo. En su proceso de ligazón al terreno va desprendiéndose de su propio tiempo para asumir el tiempo que tiene el pueblo que allí habita. Cuando esto se cumple podemos decir que el proceso de inserción del militante casi está concluido. Solo falta un último paso: la generación de su reemplazo.
El activista, el puntero, operan con la conciencia de ser irreemplazables. Es más, todo su esfuerzo está volcado en ello, en ser irremplazables. Porque “tiene los contactos arriba”, porque “es el que tiene la experiencia”, porque pone la guita o maneja los padrones, pasan los años y está siempre, aunque eso sí siempre en corrientes que proclamen la renovación y el reemplazo de “los viejos”. El militante peronista, en cambio, sabe que su verdadera prueba como tal es ser capaz de generar una conciencia similar a la suya. Capaz de portar en sí la capacidad de recrear todo el movimiento a partir de él. En suma, EL MILITANTE BUSCA DEVOLVER EN ORGANIZACIÓN LO QUE EL MISMO PUEBLO LE DA EN FORMA DE NECESIDAD.
El militante no persigue el poder sino la AUTORIDAD. La autoridad no se basa en los resortes materiales (cargos, fichas, dinero) sino que es una VIRTUD del corazón, y se gana con el ejercicio testimonial del ser peronista: compromiso, trabajo y disciplina. La persistencia en el esfuerzo, junto con la actitud de humildad, vencerán la desconfianza inicial. Recuerden que solo los mejores desconfían; los peores siempre están dispuestos a arreglar con cualquiera.
El movimiento nacional se encuentra en una nueva etapa fundacional. Está en un largo vivac, mutando, desprendiéndose de la piel vieja para descubrir bajo de ella la nueva, la eterna, la que porta desde su génesis. Y está solo. Monologando, esperando a quien dialogue con él. ¿Será alguno de nosotros? .
No es la primera peregrinación que hace el movimiento nacional. Sesenta y dos años transcurrieron entre la caída de Rosas y el triunfo de Yrigoyen. Dieciocho desde el golpe de la fusiladora y el glorioso regreso del 17 de Noviembre. Y ya van cuarenta y seis (con un breve interludio de diez) desde el derrocamiento de Isabel y el momento actual. Hemos elegido el camino difícil, el camino duro, que es el camino de la virtud frente al vicio. Si es cierto (y eso se prueba sólo con hechos, con testimonios) al final de ese camino, en el futuro, nos espera el General Perón, primer peregrino y predicador de esta marcha.
“Volveremos cuando seamos capaces de llegar al corazón del pueblo”. *Alejandro Álvarez*
“…Yo he concebido así el MOVIMIENTO que deberá sobrevivirme. Por arriba aparece el humo y el viento de la figuración, la hojarasca, la espuma del oleaje, las apetencias transitorias y nada genuinas. Por abajo, la piedra sillar, los materiales acarreados por la abnegación y el sacrificio, los seres, que como ustedes, se identifican con el dolor de la tierra, y que son capaces de las grandezas y de todos los renunciamientos menos al de su dignidad.
YO FORMO FILA CON USTEDES EN LA INTACTA BASE DE LA PIRÁMIDE. Soy una piedra más del cimiento sillar. Acéptenme como un MILITANTE cualquiera, pero entre los que se sitúan en la base permanente de la construcción, la que permanecerá firme e inalterable por los siglos de los siglos, indiferente a la fuerza de los huracanes y dispuesto a permanecer allí, con la fuerza de nuestros principios doctrinarios impasibles y sin otra apetencia que servir a los intereses de la Patria. No luchamos por soluciones para los dirigentes, ni para entronizar un partido en el poder, LUCHAMOS PARA DEVOLVER AL PUEBLO TODO LO QUE SE LE HA QUITADO. El Justicialismo ha nacido al influjo de una MISIÓN. Es su razón de ser: la defensa del Pueblo.