jueves, noviembre 21, 2024

“Historias Parqueras” por el guardaparque Ricardo Druck: Cocina de montaña

En la década del ´80, recién recibido de guardaparque nacional, inicié la que –aseguro hoy con pletórica certeza- ha sido la mejor etapa de mi vida.
Soledad, silencio y permanentes apelaciones a la capacidad de asombro multiplicaban aquella bienhechora sensación de “sueño cumplido”.
Pero no todo eran rosas en el camino. La falta de presupuesto repercutía en el mal estado de las viviendas, racionamiento de combustibles, y escasez de elementos para el trabajo cotidiano.
El magro sueldo estatal, las distancias, la falta de electricidad para conservar alimentos y la propia intención de “sobrevivir” en el bosque se conjugaban a la hora de pensar el menú diario.
La respuesta bucólica inmediata era tener huerta, gallinas, y cosechar frutos para hacer dulces regionales: moras, saúco, manzanas, membrillos, peras, cerezas, guindas, mosqueta…
El sueño de “el trampero canadiense” se completaba con un jamón de jabalí, liebre o ciervo en escabeche y pan casero. Aromáticas cultivadas en macetas, alguna trucha y embutidos caseros sumaban sabores gourmet a la mesa institucional.
Para hacer yogurt se utilizaba leche en polvo, fermentándola con uno comprado que asegurara las bacterias necesarias. También era habitual la producción de licores, jarabes y otras alquimias alcohólicas de dudosa procedencia y aún más dudosa elaboración.
El paroxismo del cocinero asilvestrado se alcanzaba con otros productos del bosque: piñones, ensaladas de hojas de diente de león, o el inaceptable uso de brotes de caña colihue (verdaderos palmitos) sugerido por algún poblador, incluida la receta de prolongado hervor para su cocción.
No podían faltar los hongos. Un universo tan codiciado como temido, ante el riesgo que implica reconocer sus propiedades, sean éstas gastronómicas…o tóxicas.
Mas allá del clásico boletus o la codiciada morilla, recuerdo la máxima que, al respecto, me enseñó un compañero mientras caminábamos por el bosque.
“Todos los hongos son comestibles. Algunos una sola vez…”

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