Marisa y su hija Keyla jugaron juntas y fueron campeonas del Torneo Federal Femenino del Básquet Argentino en Paraná (Entre Ríos).
La basquetbolista Marisa Aguilar quien, defendiendo los colores rojos de Independiente en tierras mesopotámicas, ganó el Final Four, consagrándose junto a su equipo campeona de la Liga Federal Femenina del Básquet argentino. El sueño de conquistar ese triunfo tuvo un “premio” adicional: en el día de las Madres levantó la Copa junto a su hija Keyla Aguilar, abrazándose en un festejo infinito.
Hace casi 20 años cuando Marisa representaba a Neuquén en los Juegos de la Araucanía, estando embarazada, también acunaba sueños para esa niña que estaba gestando mientras disfrutaba su pasión deportiva. Esa pasión por el básquet se la trasmitió a Keyla y la compartieron hasta ser “compañeras” de equipo.
Ahí comenzaron a construir otros sueños que, con esfuerzo, iban a dar frutos. Como el esfuerzo que hacen de lunes a viernes para viajar desde Villa El Chocón, donde residen, hacia Neuquén capital para entrenar en Independiente y los fines de semana jugar torneos y la Liga Nacional.
Con la alegría y el esfuerzo que las caracterizan, acomodan todo en sus vidas para seguir cumpliendo los objetivos que se imponen en el deporte que tanto las apasiona. El abrazo que se dieron en Paraná, el abrazo de la consagración, fue poner un sello de “sueño cumplido” a todo lo que hacen diariamente para seguir dando de lo mejor de sí para su equipo.
“No nos olvidamos de nuestra familia, nuestros afectos y también de los que nos formaron como basquetbolistas, un entrenador de excelencia como el querido y recordado Ricardo Zakalian, que seguramente desde el cielo nos alentó; al cuerpo técnico de Independiente con Marcelo Remolina a la cabeza y sus ayudantes Gabriel Del Egido y David Herrera, y a todas las chicas que conformaron este equipo de neuquinas que lo gramos el cometido”, remarcó Marisa.
Comentó que “después de tanto esfuerzo realizado tal vez sea tiempo de disfrutar la vida, la familia, los amigos, que dejamos un poco de lado durante los años en la trayectoria deportiva. Capaz me pique un poco el bichito de competir en la categoría máxima, pero ya tengo 37 años y creo que he logrado casi todo en el básquet”.
En tanto, Keyla señaló que en sus jóvenes 19 años también llegó a cumplir sus sueños deportivos y ahora comienza una etapa en su vida donde el estudio comenzará a ocupar un rol preponderante, para priorizar un futuro con mejores armas, una vez finalizada su carrera como basquetbolista. Agregó que “si se da, estando en Buenos Aires y algún club me brinda la posibilidad de seguir desarrollando mi pasión por el básquet, que me trasmitió mama, haré un esfuerzo adicional para probar suerte”.
Madre e hija tomaron sus medallas de campeonas y se las colgaron con orgullo. Y ahora, con responsabilidad y empeño, se encaminan al gimnasio para entrenar, porque este fin de semana van juntas por más sueños.